¿La felicidad es la misma para todos? ¿Alguien puede determinar qué nos puede hacer sentir satisfechos con nosotros mismos y qué no? ¿Una operación para lograr una mejor figura mediante implantes de silicona puede dar felicidad o es una total vanalidad?
Las respuestas son infinitas como la arena del mar. No importa cuánto discutamos, no nos pondríamos de acuerdo pues cada ser humano es único así como su camino de realización personal y su felicidad. Por eso cuando se habla de estética, belleza, implantes de silicona y temas afines, las cosas son de una forma para unos y diferentes para otros, y es bueno que así sea.
Mientras que algunas personas dan poca importancia a la imagen personal, (belleza, estilo, ropa, cuerpo, rostro) y enfocan su atención en otros aspectos como el estudio, la espiritualidad y el desarrollo de las virtudes y habilidades, para infinidad de personas eso está bien, pero también lo está la belleza o atractivo que puedan tener y compartir, pues sienten que es un ingrediente sin el cual no podrán ser felices jamás. Las razones pueden ser muchas, psicológicas o sociológicas, y pueden explicar la situación o dejarla en mayor penumbra, pero el hecho seguirá estando ahí. Cuando la naturaleza no es pródiga y una mujer se mira al espejo y sólo ve un cuerpo plano y patético, sólo la cirugía plástica y un implante de silicona, más que una opción resultan una bendición.
Es cierto que para muchos resulte increíble relacionar temas como autoestima, confianza, sexualidad, emprendimiento, con implantes de silicona o liposucción, sin embargo el testimonio de miles de consumidores de estos servicios médicos confirman la relación causa-efecto. De hecho en muchos casos una operación bien realizada puede hacer verdaderos milagros por personas que a veces llegan a recluirse y a limitar su vida social y laboral por sentirse deformes o incompletas, en una sociedad donde el atractivo y la buena presencia son valores importantes. En ese caso, lo que la naturaleza no te dio… ¡los implantes de silicona sí te prestan!!
Aunque los patrones estéticos van variando con el tiempo, el mundo occidental ha impuesto ciertos cánones a lo largo de los años. En la actualidad la voluptuosidad es un atributo en alta demanda, y en condiciones que no es fácil encontrar, salvo que se recurra a la “ayudadita” de la cirugía plástica y los implantes de silicona. De hecho, este furor es de tal magnitud que ni siquiera es ya un recurso únicamente para el sexo femenino. Los hombres están cruzando la barrera que los excluía de estos menesteres y hoy buscan mejorar su imagen física a través de liposucción, rinoplastias, implantes de glúteos y otras intervenciones de cirugía plástica estética. Desde gerentes de corporaciones hasta militares, pasando por artistas, estudiantes, empresarios y políticos, los hombres son un mercado en expansión, demostrando así que, contra los que sostienen que hay que aceptarse como se es y punto, están quienes piensan que si posees un cuerpo que no te satisface o te permite sentirte a gusto, considerar las correcciones de esos defectos es un camino directo para eliminar complejos, subir la autoestima y allanar el camino a la autorealización. Y cada día son más.