Si bien se considera una especialidad de la era moderna, la cirugia plastica reconstructiva realizó sus primeros logros entre los siglos IV y V de nuestra era, tal como se desprende de antiguos documentos hallados en la India, que registran operaciones de primitivas rinoplastias usando “colgajos” de piel de la frente o la mejilla para reconstruir narices mutiladas. Esta técnica, básicamente, aún es usada revelando la pericia de estos cirujanos de la antigüedad, pioneros de la cirugía plástica reconstructiva. Según un documento publicado por Tagliacozzi, en 1597, en Italia, la labor de quienes realizaban intervenciones de lo que hoy conocemos como cirugía plástica reconstructiva, era restaurar y reconstruir “ lo que el infortunio ha quitado”, indicando que los resultados no eran agradables a la vista pero sí confortaban al paciente afligido por su defecto. Los grandes enfrentamientos bélicos durante la Primera Guerra Mundial fueron un excepcional laboratorio para la práctica de técnicas de cirugía plástica reconstructiva, en una versión más cercana a lo que conocemos hoy.
Actualmente la cirugía plástica reconstructiva se orienta a ayudar a quienes nacieron con un defecto como a quienes requieren reconstruir alguna parte de su cuerpo dañado a consecuencia de un accidente o intervenciones quirúrgicas defectuosas o mutilantes. El objetivo principal de la cirugía plástica reconstructiva es recuperar la funcionalidad de la parte afectada y, en lo posible, conformar el rostro o cuerpo lo más normal posible. A diferencia de la cirugía estética, la belleza no es su objetivo principal, sin embargo, en muchos casos pueden fusionarse ambos aspectos y tratarse como uno solo.
En la actualidad es posible remediar defectos congénitos, secuelas de enfermedades deformantes, traumas por accidentes o quemaduras, gracias al gran avance en el campo de los injertos de piel o cartílagos así como los exitosos reimplantes que se realizan de órganos o partes del cuerpo completas, como maxilares, orejas, y hasta manos. Un caso que ha dado la vuelta al mundo en el campo de la cirugía plástica reconstructiva ha sido el primer trasplante total de cara, realizado con éxito en España en el 2009. El paciente recibió un rostro completo, incluyendo la mandíbula y la lengua, tras perder estas estructuras como consecuencias de la radioterapia que recibió más de una década atrás. La intervención de cirugía plástica reconstructiva realizada fue preparada durante algo más de un año, dada su alta complejidad y la necesidad de participación de más de treinta especialistas. El paciente podrá nuevamente realizar actividades tan sencillas como hablar o comer, que le estaban negadas por la deformidad.
Aunque la cirugía plástica reconstructiva no está dirigida a salvar vidas o “curar” enfermedades, mejorar la calidad de vida de quienes sufren deformidades o la perdida de la función de algún órgano, es también una forma de curación, que puede hacer mejoras consideradas “milagrosas” en la recuperación del paciente, ya que las consecuencias de la cirugía plástica reconstructiva se manifiestan no sólo en el plano físico- funcional, sino sobre todo a nivel de salud mental, autoestima y seguridad en sí mismo. El trauma que ocasiona una desfiguración tiene consecuencias en la psiquis del paciente que difícilmente pueden imaginar quienes no han pasado una experiencia de esa naturaleza. En ese sentido, la cirugía plástica reconstructiva es una verdadera salvación para el cuerpo… y el alma.